Cronología
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En el seno del matrimonio formado por Jacobo Gurvich y Jaie Galperas, el 5 de enero de 1927 nació Zusmanas Gurvicius (luego José, el hijo de Gurvich). La familia vivía humildemente en la aldea de Jieznas (Yezna o Yezne en Yiddish) del distrito de Trakai, en Lituania. En ese momento Lituania era un país del noreste de Europa que transitaba una crisis económica, social y política.
Si bien Gurvich permaneció en su tierra natal solo hasta los cinco años de edad, algunos escritos y pinturas de infancia testimonian la memoria de la aldea y de su gente. Incluso, pintó varios cuadros basados en fotos de la familia que quedó en Lituania.
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Jacobo le pidió a su esposa que viajara a Montevideo con sus hijos, donde el grupo familiar pudo reunirse a finales de 1932. Se instalaron en el barrio Sur, donde existía una gran concentración de inmigrantes judíos que vivían en condiciones precarias. Aunque su padre en Lituania era agricultor, en Montevideo comenzó a ganarse la vida como peluquero. Después de un tiempo, llegó a tener varias peluquerías propias. Al principio vivían en un pequeño departamento de dos habitaciones ubicado en la calle Julio Herrera y Obes y, luego, se mudaron a una casa ubicada en la calle Isla de Flores y Río Branco.
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Desde 1935 José concurrió a la Escuela Chile, de la que siempre guardó hermosos recuerdos de sus maestros, amigos (como Basilio Bernat y Martín Müller) y las memorias de sus trabajos de clase, conservados en los cuadernos escolares. En el período escolar demostró su temprana vocación por el dibujo, y su impronta no solo quedó en sus cuadernos, sino también en los de su hermana y de las amigas de su hermana. Fue en esa escuela donde su nombre legal lituano Zusmanas Gurvicius se transformó en José Gurvich, debido a que las autoridades no comprendían a Jacobo cuando explicaba por qué si su apellido era Gurvich, el de su hijo devenía en Gurvicius. Rápidamente José asimiló los hábitos culturales de su país adoptivo.
Si bien en la familia su madre mantenía los hábitos culturales de la tradición judía y su padre (formado en la época de la revolución bolchevique donde había conocido a Lenin) mantenía los ideales comunistas, los niños crecieron en el ambiente secular de la escuela pública.
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Una vez terminada la escuela, las necesidades de la familia le exigieron trabajar. El primer empleo fue en la fábrica Montag, de impermeables y artículos de goma. Mientras, comenzó a realizar esculturas y relieves en yeso, con el consiguiente disgusto de su madre, pues ensuciaba con polvo los dos únicos cuartos que habitaba la familia en una vieja casona del barrio Sur.
Completamente integrado, su vida compartía la realidad de la sociedad montevideana y la tradición judía en el microcosmos de su familia y amigos de la colectividad.
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Su formación plástica comenzó en 1942 en la Escuela Nacional de Bellas Artes, donde estudiaba pintura bajo la dirección de José Cuneo. La primera actividad artística que pudo concretar fue la pintura de los telones de fondo para las obras de teatro, que montaban en el espacio cultural del movimiento sionista socialista Hashomer Hatzair de su barrio.
A los quince años ya frecuentaba el café Sorocabana, donde compartía enriquecedores diálogos y discusiones sobre cuestiones culturales, sociales y políticas.
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En 1943 estudió música y violín con el profesor ruso David Julber, graduado en el prestigioso conservatorio de Odessa. En su casa ubicada en Pocitos se respiraba un ambiente evocador de la vieja Rusia, servían té en un enorme samovar y en las paredes colgaban fotos de músicos y cuadros de Torres-García. Para sorpresa del profesor, a los tres meses ya tocaba el violín. En esas clases conoció a Horacio Torres y, pronto, ese acercamiento dio un verdadero golpe de timón a su vida.
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A través del profesor Julber, consiguió una entrevista con Joaquín Torres García, y desde ese momento se encaminó su vocación.
Su entrega a la pintura fue total. Un día le dijo a su amigo de la infancia Niko Schvartz “las dos cosas juntas no puedo, me voy a enloquecer”. Abandonó las clases de violín y abrazó la pintura, en el mismo momento que Horacio tomaba la misma decisión.
Desde su juventud fue un gran lector de poesía, Antonio Machado era uno de sus poetas predilectos. También leía a Miguel de Unamuno, Oscar Wilde y Lucio V. Mansilla. Los viejos escritores rusos como Máximo Gorki o Ilyá Ehrenburg lo apasionaron y, también, descubrió el Ulises de Joyce, la obra de Aldous Huxley y la de William Faulkner.
El maestro Torres lo invitó a incorporarse al núcleo del Taller Torres García (TTG) y, pronto, seleccionó su obra para integrar el grupo de discípulos del Taller que formó parte de la exposición “Pintura moderna del Uruguay”, presentada en la Galería Comte de Buenos Aires en noviembre de 1944. La selección de esa muestra provocó una polémica, porque algunos artistas consideraron que la representación del TTG era demasiado numerosa, mientras que algunos artistas reconocidos que cultivaban otra línea estética habían sido excluidos.
Si bien compartía diversiones con amigos, su juventud estuvo marcada por la rutina y la disciplina del horario de trabajo y el estudio. Más tarde, trasladó el cumplimiento de la jornada de ocho horas al mundo de la pintura y siempre se consideró como un “obrero del arte”. Su ingreso al TTG fue significativo para toda su trayectoria, ya que fue parte de este Taller hasta su cierre.
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Participó en la “20º exposición del Taller Torres García”, presentada en enero en la Federación Sudamericana de Asociaciones Cristianas de Jóvenes, en Piriápolis.
El 25 de enero apareció el primer número de la revista Removedor. Revista del Taller Torres García, plataforma de difusión de las ideas grupales y, al mismo tiempo, tribuna de defensa frente a las controversias de la época. Este proyecto editorial contó con veintitrés números de publicación bimensual, aunque también circularon dos números especiales. En marzo, desde sus páginas se respondieron los cuestionamientos relacionados a la participación en la exposición “Pintura moderna del Uruguay”, mediante la publicación del artículo titulado “Sobre un artículo totalmente chico, de Antonio Berni”, firmado por Sarandy Cabrera.
Gurvich participó en el “VI Salón de Otoño”. El cuarto número de Removedor comentó este envío señalando: “Pintura limpia. El tono puesto con precisión, no obstante fallar en la manera de tratar el agua del primer plano. La arista más notable del cuadro Paisaje del Buceo es el dibujo muy sensible de las casas que aparecen en último plano”.
Antes de finalizar el año participó en las siguientes muestras del TTG: “23º exposición del TTG”, presentada el 2 de octubre, “24º exposición del TTG”, organizada por la Intendencia Municipal de Artigas en el Liceo Departamental de esa ciudad; “26º exposición del TTG” inaugurada el 6 de noviembre en la Librería Salamanca de Montevideo. Además, el día anterior habían anunciado en Removedor: “Integrantes del Taller Torres García rechazados total o parcialmente del IX Salón Nacional exponen sus obras a juicio del público en la Asociación de Empleados de Correos y Telégrafos”.
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Entre marzo y julio Gurvich participó en tres exposiciones del TTG consecutivas: “27º exposición del TTG”, presentada en la librería El Yelmo de Mambrino, de Punta del Este (1º de marzo), en la “28º exposición del TTG”, organizada en la Comisión Municipal de Cultura de Minas (1º de julio) y, también durante este mes, en la “29º exposición del TTG”, realizada en la Asociación Cristiana de Jóvenes, en Montevideo.
Gurvich estrechó amistad con los argentinos Antono Pezzino y Jorge Brito que habían llegado a Montevideo en 1945 y que, al principio, se habían instalado en una pieza ubicada muy cerca de su casa –en las calles Durazno y Convención– y, más tarde, se establecieron en el taller que Manuel Aguiar tenía en Pocitos.
Si bien el Sindicato de Artistas Plásticos había propuesto abstenerse de presentar obras en los salones oficiales, tanto Gurvich como algunos de sus compañeros del Taller, participaron en el VII Salón de Otoño, organizado por el Municipio de Montevideo.
La publicación del libro Nueva Escuela de Arte del Uruguay incluyó las actividades del TTG, así como fotografías de sus obras, cerámicas, tapices, juguetes, murales y cuadros.
Participó en la “34º exposición del TTG”, inaugurada el 21 de setiembre en el Club Social y Biblioteca Popular, de Artigas y en la “35º exposición del TTG-Pintura y Arte Nuevo del Uruguay”, presentada el 28 de noviembre en el Ateneo de Montevideo. También realizó su primera exposición individual, en la ciudad de Melo.
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En mayo participó en la “Primera exposición de artistas judíos del Uruguay”, realizada en el Hashomer Hatzair.
El 28 de Julio se inauguró la “38° exposición del TTG-Pintura y Arte constructivo”, organizada en el Ateneo de Montevideo en homenaje al 73 cumpleaños del maestro Torres García, en la que Gurvich participó junto a más de cuarenta compañeros de taller.
Participó en la exposición colectiva realizada en el Museo Juan Manuel Blanes, institución que, más tarde, adquirió obras de Gurvich.
El 4 de diciembre participó en la “41° exposición del TTG”, presentada en el Ateneo de Montevideo.
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El 2 de enero falleció el poeta chileno Vicente Huidobro, amigo de Torres García y figura señera para el TTG. El número 21 de Removedor le rindió homenaje y publicó en la portada su retrato dibujado por Jean Arp.
Su hermana Myriam, junto con otros miembros de la Hatzomer Hatzair, se radicó en Israel para sumarse al proyecto de fundación del Kibutz Ramot Menashé, cercano a Haifa.
Participó en la “45º exposición del TTG”, en el Ateneo de Montevideo, inaugurada el 28 de julio. Gurvich junto con otros integrantes del TTG compartieron las salas con artistas de diferentes tendencias –como Carlos Prevosti, Luis Mazzey, Felipe Seade, Miguel Ángel Pareja y Washington Barcala, entre muchos otros–, en la exposición colectiva “Artes Plásticas” organizada por el grupo teatral El Galpón.
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El 8 de agosto falleció en Montevideo Joaquín Torres García, a la edad de setenta y cinco años. La intelectualidad lamentó la pérdida y los medios oficiales expresaron pesar ante la noticia. Sus discípulos organizaron la “49º exposición del TTG” en homenaje al maestro que se inauguró el 11 de octubre.
La muestra fue presentada en el Ateneo de Montevideo y en la invitación escribieron: “Los discípulos del Taller Torres García realizan esta exposición a la memoria de su maestro, en lo que el recuerdo tiene de esencial presencia actualísima. Por eso es una exposición retrospectiva, memoriosa, para afirmar nuestra confianza en el pasado e insistir en él como garantía de lo porvenir. Cumpliremos día a día con las claras palabras de la voz eterna del Maestro y el mañana dirá si supimos descubrir sus secretas resonancias”.
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Sus obras participaron en la exposición “Torres García and his Workshop”, inaugurada el 2 de febrero en las salas de Pan American Union de la OEA, de Washington DC.
Promediando el año Gurvich, junto con Gastón Olalde, Manuel Pailós, María Cantú y Manuel Aguiar, participó en la “51º exposición del TTG” (12 de junio) y en la “52º exposición del TTG-Pintura y Arte Constructivo” (28 de julio), ambas presentadas en el Ateneo de Montevideo. El 8 de noviembre se inauguró la “53º exposición del TTG”, en el Ateneo de Montevideo. Frente a las circunstancias adversas que debía afrontar la agrupación, expresaron que desde ese momento exhibirían en el local de su taller –ubicado en Rondeau 1388– para evitar que las obras se aparten de su origen y queden libradas a la incomprensión. Además, en el mes de diciembre comenzó a circular el número especial de Removedor, que el grupo dedicó al maestro Torres García y en la que se reprodujo un dibujo de Gurvich.
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Participó en la “54º exposición del TTG”, inaugurada el 20 de marzo en la Liga de Fomento de Punta del Este.
Manuel Aguiar acompañó el conjunto de obras del taller –entre las que estaba incluido Gurvich–que viajó a Santiago de Chile y que fueron exhibidas en la “55º exposición del TTG”, inaugurada en agosto en la Universidad de Chile y, luego, en la Sala Negra de Pro Arte. El envío, que contaba con algunas piezas de Torres aportadas por su esposa, fue recibido con aprecio por esa escena artística que había estrechado vínculos con el maestro uruguayo desde su regreso a Uruguay.
El 2 de octubre integró el grupo, junto con Francisco Matto, Horacio Torres, José Collell, Carlos Martínez y Antonio Pezzino, que presentó la “56º exposición del TTG”, en Amigos del Arte de Montevideo.
En el mes de diciembre, Gurvich asumió la docencia en el TTG, mientras que Alpuy viajaba hacia Medio Oriente y Europa junto con Gonzalo Fonseca. Esta tarea estuvo a su cargo hasta 1953, cuando regresó Alpuy. Mientras su amigo Fonseca estaba de viaje, se mudó a la pieza-taller ubicada en el segundo piso de una vieja casa de la calle 25 de Agosto, frente al puerto. Desde la ventana veía los barcos, grúas y chimeneas del puerto, que luego quedaron plasmadas en sus telas. Muchas veces integró estos elementos a las naturalezas muertas o a los fondos de los retratos. Residió y trabajó intensamente en esta casa hasta 1954.
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El TTG publicó el cuaderno 30 Dibujos constructivos, compuesto por doce grabados en negro y dieciocho a color, con dos dibujos de Alceu Ribeiro, Pezzino, Augusto y Horacio Torres, Hugo Giovanetti, Jorge Visca, José Collell, Aguiar, Francisco Matto, Manuel Pailós y Gurvich dentro de una edición limitada a 400 ejemplares que comenzó a circular el 30 de junio, con edición a cargo del impresor Raúl Zunino y prólogo de Guido Castillo.
Participó en la “59º exposición del TTG”, inaugurada el 19 de agosto en el Ateneo de Montevideo; en la “61º exposición del TTG”, inaugurada el 22 de noviembre en el Club Tacuarembó y el Club Municipal de Arte y Cultura, de Montevideo y, también en este mes, en la “62º exposición del TTG”, que se realizó en el Ateneo de Montevideo. 7 de setiembre: Función a beneficio del TTG, en el Cine Central, de Montevideo. Entre el 25 de octubre y el 15 de noviembre tuvo lugar otra exhibición en la que también participó Gurvich que fue presentada en el Museo Departamental de San José como “63° exposición del TTG”.
Junto con Fonseca y Alpuy, realizó un mural en el bar El Temerario, ubicado en la Ciudad Vieja (que actualmente ha sido destruido). Según ha relatado en una entrevista con María Esther Gilio, a partir de una iniciativa de los empleados del Ministerio de Obras Públicas comenzaron a comprar obra y Gurvich logró vivir de la venta de su pintura.
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A partir de su amistad con Jorge de Arteaga, fundador de imprenta AS, comenzó a participar en las ilustraciones de los programas de Cine Club, junto a Pezzino y otros integrantes del TTG, tarea que desarrolló hasta 1957.
Por intermedio de la actriz de teatro Estela Medina entró en contacto con el mundo del espectáculo y realizó escenografías para diferentes salas: Teatro del Pueblo, Club de Teatro, El Galpón (Minnie la Cándida, de Bontempelli), El Tinglado (Los intereses creados, de Jacinto Benavente), La Máscara, también para la Hashomer Hatzair de Montevideo y para el ballet del Sodre (Dos en el tejado, de Juan Carlos Legido dirigida por Laura Escalante y Carmina Burana, bajo la dirección de Yurek Shabelewsky).
Junto a otros pintores, escritores y periodistas integró el grupo “Artes y Letras”, que tenía la finalidad de reunir fondos para concretar el viaje de estudios a Europa.
En julio apareció el número 28 de Removedor, que reprodujo una ilustración de Gurvich en la portada y también participó en la “65° exposición del TTG”, que se presentó el 28 de julio en el Ateneo de Montevideo (muestra que repitió la numeración con otra organizada en San José).
Participó en la 66º y 67º exposiciones del TTG, presentadas en el Ateneo de Montevideo.
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En Roma consiguió trabajar en el taller de una joven ceramista a quien canjeó el uso de su taller durante las noches y feriados por la pintura de un retrato. De esta manera logró realizar una importante producción de cerámicas, con el fin de organizar una exposición.
El 1º de junio realizó la que resultó su primera exposición individual internacional para presentar las cerámicas en la galería San Marco de Roma. Si bien en un primer momento tuvo que vencer la resistencia del galerista, la exposición resultó exitosa. Con el producto de las ventas de sus cerámicas obtuvo el dinero necesario para viajar a Israel.
Visitó a su hermana Myriam en el Kibutz Ramot Menashé. Una vez instalado, se incorporó a la vida cotidiana de esa comunidad y fue protagonista del crecimiento del naciente Estado Judío.
Allí se revitalizaron las tradiciones de sus ancestros, con las que se había mantenido en contacto a través de los hábitos trasmitidos por su madre. Su trabajo en el kibutz fue el de pastor (que en hebreo se nombra Roe o “el que mira”), mientras que en los tiempos libres se dedicó a pintar la realidad que lo rodeaba.
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Entre el 19 de abril y el 2 de mayo realizó una exposición en la galería Katz de Tel Aviv, donde presentó veintiuna obras. También encaró la realización de un mural en el comedor del kibutz (hoy destruido). Durante esta etapa conoció a dos importantes artistas de Israel, Dani Karavan (Tel Aviv, 1930) y Naftali Bezem (Essen, 1924), cuyas carreras obtuvieron reconocimiento en el país y en el exterior. Actualmente ambos viven y continúan trabajando.
Volvió a Europa, en París se reunió con Horacio Torres y juntos viajaron a Madrid. En esa ciudad se dedicó a estudiar a los maestros españoles Goya y Velázquez, tomó contacto y quedó deslumbrado con la obra de Hieronymus Bosch “El Bosco” y Pieter Brueghel el Viejo. También viajó a Amsterdam.En junio participó en la “99º exposición del TTG”, presentada entre el 11 y el 24 de junio en el Salón de la Comisión Nacional de Bellas Artes, con el auspicio del Ministerio de Instrucción Pública y Previsión Social.
También envió su obra al Salón Nacional de Bellas Artes de Montevideo.
El 28 de agosto se realizó la “100º exposición del TTG”, organizada en el Subte Municipal de Montevideo, en la que Gurvich formó parte del nutrido colectivo.
Participó en la exposición “Jonge Schilders uit Uruguay”, inaugurada el 21 de diciembre en el Stedelijk Museum de Amsterdam, que contó con muy buena acogida por parte de la prensa holandesa. En diciembre volvió a Montevideo y continuó su trabajo en el TTG, donde impartía clases de pintura. Realizó un mural en el parrillero de la propiedad ubicada en el Balneario Bella Vista del Arquitecto Lorente Escudero.
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A partir de la decisión de Alpuy de radicarse en Colombia, Gurvich tomó a su cargo la responsabilidad docente al frente del TTG. Al mismo tiempo, se mudó a la casa de Fonseca de la calle Polonia 3166 que, en ese momento, habitaba Pezzino. En ese ambiente semi-rural con vistas privilegiadas hacía la Bahía y el Puerto, enmarcadas por el Frigorífico Nacional y por la Fortaleza del Cerro, habitado principalmente por trabajadores, llevó adelante una intensa actividad creativa.
El 26 de diciembre participó en la “109º exposición del TTG”, realizada en el Ateneo de Montevideo.
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En septiembre la galería de Arte Bella de Montevideo realizó una muestra individual de Gurvich, presentada como la “115° Exposición del TTG”.
Pintó una obra mural sobre cemento de 37 x 64 cm, titulada Los Ciegos, que actualmente fue removida y se encuentra en el Museo Gurvich.
En octubre se publicó el primer número de la revista Escuela del Sur, editada por el TTG en español e inglés, que no superó sus primeros tres números.
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Participó en la Exposición Homenaje al Maestro Joaquín Torres García 1874-1949, inaugurada el 28 de julio en el Centro Artes y Letras.
En el segundo número de la revista Escuela del Sur del TTG se publicó –bajo el título “La originalidad en la pintura”– una respuesta grupal a la crítica que les reprochaba falta de originalidad por seguir sin reflexión a su maestro. En la fundamentación de su posición, señalaron: “No buscan, los discípulos fieles de Torres García ese innovar frívolo […] Y este artista […] sabe el valor de la originalidad; y trata de vivir de tal modo, de crear de tal modo, que esa originalidad sea una resultante”.
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Participó en la exposición del TTG, realizada en febrero en la Comisión Nacional de Bellas Artes, en Punta del Este.
En marzo participó en la “125º exposición del TTG”, organizada por la Comisión Municipal de Cultura y la galería Laurenzo, en Paysandú, donde presentó cuatro obras: Formas en Blanco y Negro, Pintura constructiva, Mesa con objetos y Madera.El 18 de agosto se casó con Julia Helena Añorga, una Profesora de Historia del liceo del Cerro que había conocido en una exposición de Amalia Nieto. Junto a su flamante esposa, a quien llamaban Totó, emprendió un viaje a Buenos Aires, en el que fueron alojados en la casa de Jorge Brito, que había regresado a la Argentina y vivía en El Palomar. Durante ese viaje Gurvich pintó trece tablas constructivas con la intensión de exponerlas, pero no obtuvo ninguna galería para hacerlo.
Entre el 18 de noviembre y el 1º de diciembre participó en la “136º Exposición del TTG”, en la galería Americana de Montevideo, donde se presentaron obras de José Collell, Julio Mancebo y Gurvich.
Participó en la exposición “The New School presents: Taller Torres García”, inaugurada el 12 de diciembre en la New School Arts Center, en Nueva York.
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El enero, el TTG publicó el tercer y último número de la revista Escuela del Sur. La portada incluyó la reproducción de una obra en madera de Gurvich. Entre las noticias podía leerse: “Desde el mes de marzo funciona con total regularidad el taller de cerámica cuya dirección se encuentra a cargo de José Gurvich. Un índice elocuente del entusiasmo que ha concitado la actividad de dicho taller, fue la exhibición de cerámicas recientemente expuestas durante el mes de julio y que constituyeron una de las notas más destacados de esa muestra”.
En mayo recibió una invitación para participar en la exposición “Forma y Espacio” que se organizaba en Santiago de Chile, donde también le solicitaban que extendiera esa invitación a los artistas Horacio Torres, Augusto Torres, Miguel A. Battegazzore, María Freire, José P. Costigliolo, Lincoln Presno y Antonio Llorens, así como a los herederos de Joaquín Torres García para que enviaran obras del maestro.
Participó en la “143º exposición del TTG”, presentada en julio en la Comisión Nacional de Bellas Artes de Montevideo y, al mes siguiente, fue incluido en la exposición “Premio Blanes”, organizada por el Banco de la República Oriental del Uruguay, en Montevideo.
En diciembre participó en la exposición que viajó a Baden-Baden, para ser presentada en Die Staatliche Kunsthalle, de Amsterdam.
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En abril el periódico El País publicó el artículo “El Taller Torres García formula puntualizaciones sobre su cierre”, donde se anunció el cierre del TTG. En los períodos de enseñanza de Gurvich los alumnos del TTG fueron: Raquel Orzuj, Guillermo Fernández, Mario Lorieto, Hugo Giovanetti, Norma Calvete, Cecilia Buzio, Manuel Otero, Leticia Barrán, Celeste Núñez, Beatriz Sosa, Sara Capurro, Nieves Silveyra, Eva Díaz Torres, Lilián Lipschitz, Linda Kohen, Eva Olivetti, Juan Cavo, Ernesto Vila, Dora Guidali, Marta Morandi, José Montes, Miguel Goitiño, Enrique Weisz, Gloria Franchi, Blanca Minelli, Rafael Lorente, Clara Scremini, Héctor Goitiño, Armando Bergallo y Héctor Vilche, entre otros.
Por encargo del arquitecto Vaia, realizó un mural para la Caja de Pensiones del Frigorífico del Cerro. Este mural –de 17 metros de largo y 2,42 m de altura– está integrado por dieciséis paneles y permite su desmontaje. Ha sido restaurado por el señor Rubén Barra, con el apoyo de Julia Añorga y el ingeniero Eduardo Isirarri y, actualmente, se exhibe en el Museo Gurvich. También se encuentran expuestos en las salas del Museo otros murales: la réplica del mural de la casa de Gastón Mailhos, de Punta del Este (realizada por Gustavo Serra y Federico Méndez), el mural del edificio Reims (diseñado por el Arquitecto Luis San Vicente) y los murales de la casa-taller del Cerro.
Participó en la exposición “Salón de Arte”, organizada por General Electric de Montevideo.
A fin de este año su madre viajó a Israel para visitar a la hija y, desde ese viaje, permaneció en ese país.
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El 25 de enero nació su hijo Martín José. La familia se mudó a su casa propia en el Cerro, transformada en vivienda y dos talleres: uno de cerámicas y otro de pintura, situados a pocos metros de su anterior casa de la calle Polonia. La reforma fue proyectada por el Arquitecto Rafael Lorente con un patio central, muros de piedra, un aljibe, una fuente y una pérgola para recrear el ambiente mediterráneo. En el fondo estaba el taller de pintura en un primer piso y debajo el taller de cerámica. En este taller del Cerro, muchos jóvenes tomaron lecciones con Gurvich.
En octubre Jacobo, su padre, decidió viajar a Israel para vivir en el Kibutz Ramot Menashé junto a su esposa e hija.
Participó en la exposición “Homenaje a Torres García”, que se inauguró el 28 de julio.
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El taller-escuela del Cerro funcionó hasta que Gurvich decidió viajar a Europa e Israel. Allí estudiaron: Armando Bergallo, Héctor Vilche, Gorki Bollar, Clara Scremini, Miguel Goitiño, Celeste Núñez, Sara Capurro, Eva Olivetti, Juan Cavo, Eva Olivetti, Dorita Mandirola, Marta Morandi, Lilián Lipschitz, Blanca Minelli, Gloria Franchi, Esther Mendy, Raquel Orzuj, Frida Silverman, Adolfo y Jorge Nigro, Ernesto Vila, Ernesto Drangosch, Rafael Lorente, entre muchos otros. En el espacio del taller no solo aprendían sino que los discípulos colaboran con el maestro en su tarea creativa y compartían la jornada con todas sus tareas.
En mayo participó en el Salón organizado por la Comisión Nacional de Bellas Artes.
Emprendió su segundo viaje con el propósito que llegar al Kibutz Ramot Menashé con su pequeño hijo, para compartir su felicidad con su familia y la comunidad. En Europa visitaron Francia, se detuvieron en Le Havre, París, Marsella y continuaron viaje hasta Israel. Una vez en el kibutz, Gurvich retomó su trabajo como pastor de ovejas y, por las tardes, continuó su obra plástica del mismo modo que había ocurrido en su primera estancia en Israel.
El 26 de octubre se realizó una exposición del Taller de Montevideo, en la que exhibieron sus obras quienes habían sido sus discípulos y continuaron su trabajo desde esta nueva agrupación.
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En mayo realizó su segunda exposición en la Galería Katz-Idan, de Tel Aviv, donde presentó veintidós obras. Tras este segundo período en el kibutz, viajó a Grecia junto a su esposa e hijo, donde permanecieron tres meses y, luego, visitaron Roma, Nápoles y regresaron a Uruguay.
Hacia finales de año ya estaba nuevamente en Montevideo, donde reactivó la producción de cerámica en el Cerro con un grupo de alumnos, entre ellos, Juan Cavo, los hermanos Adolfo y Jorge Nigro y Ernesto Drangosch.
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Participó con dos pinturas tituladas Hombre, en la exposición “Nuevo Arte del Uruguay”, inaugurada el 28 de octubre en la Residencia del Embajador de los Estados Unidos de América. La muestra se organizó a beneficio de la Uruguayan-American School de Montevideo a partir de la selección realizada por una comisión integrada por José Pedro Argul, Fernando García Esteban y Alberto Muñoz del Campo.
Gurvich trabajó infatigablemente desde su regreso al país para reunir su densa producción plástica (témperas, óleos, dibujos, relieves y cerámicas) para seleccionar las obras que deseaba exponer en la muestra individual proyectada para el año siguiente.
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El 17 de mayo se inauguró la exposición individual presentada en la Comisión Nacional de Bellas Artes. Se exhibieron aproximadamente doscientas obras (pinturas, dibujos y cerámicas) que causaron un fuerte impacto en el público y la crítica de arte. Entre ellas, en un artículo publicado en junio en el diario El País, María Luisa Torrens comentó: “Gurvich es el primero de los alumnos directos de Torres García, que asume abiertamente la responsabilidad, en su patria, de romper con la escuela a la que se ajustó durante casi dos décadas, lanzándose a otras búsquedas y a la obtención de un lenguaje con acentos propios […] La liberación de las ataduras a un modo de decir, no implican renegar del arte magistral de aquella personalidad de excepción que fue Joaquín Torres García, sino continuar cabalmente el camino de la pintura. Gurvich demostró poseer a lo largo de su trayectoria una fantasía y una sensibilidad exacerbadas, expresadas en sus famosas tablitas y en sus telas, que aproximaban al observador a mundos de magia, de leyenda, con personajes volando, cercanos a Chagall”.
Participó en la exposición “One Hundred Years of Uruguayan Painting”, en la Corcoran Gallery de Washington DC.
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Participó en la Exposición-Homenaje a J. Torres García, organizada por el Departamento Cultural del Banco La Caja Obrera, en Montevideo, inaugurada el 24 de abril.
Realizó esculturas en cerámica en el taller del Cerro, con barro que extraía del arroyo Pantanoso. Comenzó a guardar la arcilla fresca en planchas a partir de una técnica que inventó que, a su vez, le sugirió la idea de hacer torres. En este período las piezas se cocían en el horno construido en la casa taller que habitaba Drangosch.
El 22 de noviembre viajó por tercera vez a Europa con su familia, oportunidad en la que visitó Madrid, Barcelona, París, Grecia y también Israel (visitó a sus padres en el kibutz).
En diciembre participó en la exposición Homenaje de la ciudad de Montevideo al maestro Joaquín Torres García, en el Salón de Exposiciones de la Intendencia Municipal de Montevideo.
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El 4 de abril, su padre sufrió un infarto y falleció en sus brazos mientras lo trasladaba al hospital.
En mayo el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires organizó una muestra colectiva sobre el Universalismo Constructivo donde se exhibieron obras del maestro y de algunos discípulos. La selección de Ernesto Leborgne, curador de la muestra, incluyó a Gurvich junto a Alpuy, Fonseca, Francisco Matto, Augusto y Horacio Torres y Manuel Pailós. En esta ocasión, Gurvich presentó seis obras constructivas pintadas durante los años 60, estructuradas por la grilla ortogonal o la espiral.
El 18 de julio se inauguró la tercera exposición realizada en la galería Katz de Tel Aviv, con muy buena recepción del público. Tras dejar Israel, en el camino de regreso a Uruguay pasó un período en París.
El 18 de setiembre 1970 viajó a los Estados Unidos con su familia. Se estableció en Nueva York y al principio se alojó en la casa de unos familiares de origen lituano, que habitaban en Long Island. A pesar de que el espacio era muy escaso organizó un pequeño taller en el subsuelo para comenzar a trabajar, especialmente realizando piezas de cerámica. Para hornearlas consiguió que le prestaran un horno en la Peter Stuyvesant Ave.
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Pronto se integró al grupo de artistas latinoamericanos que residían en Nueva York, muchos de ellos del TTG como Julio Alpuy, Gonzalo Fonseca y Horacio Torres, pero también otros como Marcelo Bonevardi, Abularach, Elba Damast, etc. Si bien en esa gran ciudad sentía temor y pensó abandonarla para proteger a su hijo pequeño, sus compañeros del taller y esposa le aconsejaron aprovechar las posibilidades que se podían abrir en esa ciudad. Decidió alquilar un departamento con un pequeño sótano, cerca del Tompkins Square Park, en la calle 11 entre las Avenidas A y B, en una zona límite entre un barrio residencial y hacia el oeste, un barrio marginal con mayor tensión y riesgos.
Participó en las exposiciones colectivas: “Select Works from Latin America”, en la Greenwich Library de Nueva York y en la Couturier Gallery de Stanford, Connecticut.
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Participó en las exposiciones colectivas “Feria de la Opinión Latinoamericana”, presentada en la San Clemente Church de Nueva York y en otra muestra organizada en la Iramar Gallery de la Universidad de Columbia, de Nueva York. En junio realizó una exposición en la Galería Lerner-Misrachi, de Nueva York, con favorable acogida de público y prensa.
Envió óleos y témperas a la Tercera Bienal de Coltejer realizada en la ciudad colombiana de Medellín.
En este período tuvo importantes logros creativos, aunque debía afrontar dificultades económicas, ya que no podía sostener el hogar mediante la venta de sus pinturas. Preocupado por encontrar una solución, comenzó a construir collares para vender entre los latinoamericanos que concurrían a las reuniones organizadas por los uruguayos que trabajaban en la Organización de las Naciones Unidas. Incluso, por un tiempo corto, trabajó en una fábrica de pinturas para subsistir. Estas preocupaciones y la vida en una ciudad como Nueva York comenzaron a afectar su salud y se fueron agravando sus problemas cardíacos.
El 24 de diciembre y luego de una larga enfermedad falleció Jaie, su madre.
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Por intermedio del crítico colombiano Álvaro Medina, conoció al art–dealer Jean Aberbach, que le encargó un conjunto de obras basadas en las fiestas judías.
Mantuvo una entrevista con Avram Kampf, asesor del director del Museo Judío de Nueva York, en ese momento a cargo del vasto proyecto expositivo “La experiencia judía en el arte del siglo XX”. Tras la reunión Gurvich fue seleccionado para formar parte de la muestra con dos de sus oleos: Purim –el carnaval hebreo– y Javer Javera –compañero y compañera del kibutz–, de producción reciente. La muestra se presentó entre el 26 de octubre de 1975 y el 25 de enero de 1976, razón por la cual su participación fue póstuma. Asimismo, esa institución proyectó una muestra retrospectiva individual para realizar en 1975.
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El 2 de febrero participó en la exposición “Sculpture by Painters”, en el Humanist Center de Nueva York y, el 27 de abril, exhibió en la muestra “Masters of Today and Tomorrow”, en el Temple Israel, de Great Neck, en Nueva York.
La preparación de la gran retrospectiva en el Museo Judío era uno de sus motivos de preocupación dado que implicaba un gran esfuerzo para lograr el traslado de la obra desde Montevideo hasta Nueva York. Cuando había logrado liberarse de los problemas en la aduana neoyorquina y mientras se preparaba con mayor entusiasmo, en el atardecer gris y tormentoso del 24 de junio, súbitamente, se extinguió su vida debido a una oclusión coronaria que lo sorprendió a los 47 años. En esos días estaba pintando la representación de un sucot, fiesta judía que celebra la “cosecha”. Paradójicamente, en momentos en los que su producción plástica prometía nuevos desarrollos se interrumpió de manera abrupta, aunque tal como había escrito en 1952, en las obras quedó el testimonio de su vida. Su esposa expresó: “Le temía a la muerte y su afán era dejar su impresión digital suficientemente fuerte como para vencer a la muerte, al olvido, a la nada. Una obra que testimoniara su amor a la vida, a la familia, a la amistad, a su fin supremo: el arte”.